10.16.2009

En el cine

Ya era viernes por la mañana y Álvaro no había sacado de nuevo ese tema de conversación, me refiero al del cine.Supongo que "se le habría pasado" el tema. Aunque considero que yo no era nadie para renegar de su opinión.

-¿Te cansas?-estábamos corriendo en educación física. Nos hacían correr vente minutos de preparaión física, para el exámen, que sería de media hora a carrera continua.

-¡Qué va!-¿cómo iba a cansarme, si bebía sangre de quepardo? Que ingenuos podían llegar a ser los humanos. ÉL ya empezaba a jadear de cansancio. Yo sonreía para mis adentros: todos los humanos desperdician su tiempo comiendo mientras que yo con un trago de sangre puedo estar todo el día sin parar.-¿cuánto queda?-le pregunté. Aunque no me cansase de correr me cansaba de estra ahí, perdeiendo tiempo.

-Un minuto, creo yo-dijo, mientras miraba su reloj digital con calculadora que usaba a veces en los exámenes de física y matemáticas.

Al minuto, efectivamente, paramos y nos tomamos las pulsaciones. Nos mandaron a los vestuarios, porque se acababa el tiempo. cuando las chicas entraron al vestuario se encontraron con una imagen desagradable. En el suelo... en el suelo había sangre. Se me hacía la boca agua. Salí de allí con la escusa de que me daba asco la sangre. No sabía de quien era, pero era sangre joven y fresca.

A las cuatro de las tarde me sonó el teléfono de la habitación. Habitación 25-C. Álvaro. Lo cogí y respondí con un aparente tono tranquilo:
-Hola, ¿qué tal?-me sentía intranquila.
-Hola, era para decirte lo de esta tarde. ¿A las seis? He mirado y a y media hay una sesión-al parecer no lo había olvidado, joder. La cagué, sin duda, al decirle que sí. Ahora tendría que compartir una de palomitas con el, y entonces puede que nuestras manos coincidan. O que me abrece a él cuando me asuste.-Pero resulta que no es para menores de dieciocho.
-Pues entonces nada-me sentí aliviada por momentos.
-Pero hay una de comedia muy buena también.
-¿Comedia? No sé... ¿cuál es?
-La de la chica ésta rubia... la que querías ver-no podía negarme. LA QUERÍA VER. Llevaba semanas diciendoselo a todo el mundo.
-Ah, ya... vale, ¿ a qué hora?...
Al rato acordamos todo. Y a las hora acordada Álvaro estaba como un clavo llamando a mi puerta. Iba vestido con unos cagados y una chaqueta negra y amarilla. Le quedaba genail con eses ojos azul eléctrico que tenía. Nunca me había fijado, pero ÁLvaro era muy guapo.

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